De manera indiscreta escuchaba la conversación de dos vecinas en
el transporte público, entre el ruido de un disco con más de 200 temas de amor,
y cubre bocas que se adueña de la moda, mi razón comenzaba a retorcerse por el
tema de conversación. Resulta que piensan que enamorarse es muy difícil y
complicado, es algo que por automático yo digo “es cierto”. Pero que
contradicción la mía, si de ti me enamore al instante que te vi. Aunque bien sabía
que no podría volver a coincidir contigo, así que eché a andar algún mecanismo
de defensa (que seguro, nombrara mi terapeuta) y seguí por la vida. En esta
magia de Internet, encontré tu nombre, como si tuvieran planeado el encuentro
alguna agencia de publicidad, pude dar clic, clic, clic. Tal como si conocieras
a la persona que te va narrando su existencia, encontré tu profesión, la
simpleza con que puedes tratar el tema de esta, aunque estés presente en los
conflictos científicos más reconocidos, conocí tu preferencia por el silencio.
Después de otro clic supe de tu corazón palpitante, me sorprendió y como se
absorbe de una sola vez así llegaste al fondo de mí.
Me sentía
radiante, muy contenta por haber encontrado nuevamente esa sensación de tener
una motivación externa, pero dentro de mí. Y bueno, ni que decir, cuando yo con
mi buen entender sabía que eras, la evidencia que existía algo parecido a lo
que imagino algunas tantas veces, solo eso. Cuando al inicio de un día de
actividades, caminando por el pasillo, percibí el ambiente de personas nuevas,
y me ponía muy contenta, así, como cuando de niña, brincaba tanto que me sentía
tan ligera, con los ojos bien abiertos, haciendo movimientos muy acertados,
casi al final de mi destino ¡PAS! Mis manos frías, con algunas gotas de sudor,
mis ojos vivarachos, mi nariz en el esfuerzo de un aspirar fuerte y tajante, mi
boca semiabierta. Coincidimos una vez más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario